lunes, 18 de abril de 2016



La vida en abril era maravillosa y, máxime cuando el amor te ilumina el camino.
Encontrar a ese compañero de vida era increiblemente aterrador. Estaba dulcemente sometida a su destino de amar y de amor. Qué gran ilusión. Volver a sentir toda esa pasión. Toda esa devoción de seducción y valoración personal.

De pronto, sus dedos querían recorrer toda la esencia y , no se conformaba con la poesía sofisticada y envuelta que tanto la había ayudado... Necesitaba más...
Necesitaba ser ella la poesía en boca de él. Necesitaba sentirse venerada mientras veneraba a su vez. No quería perderse esa sensación tan maravillosa de uno en el otro , de un ser completo y sensato convertido en un equipo de maravilloso encanto.

Él había aparecido en un camino brumoso de despeje de día maravilloso. Él había conseguido soplar las nubes  con su"te quiero" de aquel día. Sentirse fuerte y acompañada, la hacían sentirse invencible. Su paladín de rubios cabellos y de ojos inteligentes, hacía mucho más llevadera su vida de locura. Sus hijos mejoraban a pasos vistos y, no podía ni debía dejar de sonreír. Su paso por la vida, finalmente tendría esos finales felices que la  motivaban a seguir.

El comienzo de su historia de amor, había comenzado así. Cerrando puertas y abriendo ventanas. Ventilando el corazón de aires viciados y asfixiantes. Quería la frescura de su boca abierta para ella. Quería los segundos en sus horas. Quería su amor en su locura... El tiempo tenía una estructura diferente de aventuras. Y ella así lo sabía. Por fin, el tiempo estaba  de su lado, aunque tuviera que seguir luchando. Todo estaba  en su sitio , en el centro que era la línea de la vara de equilibrios. Se sentía como una  trapecista de vida en un circo de hipocresía social. La red de seguridad, la habían quitado de un tajo. Pero ella  después de tanta caída,  había aprendido a levantarse contenta y sin trabajo... Estaba entrenada y preparada. Levantaba el mentón con rebeldía y , sin sumisión. Fuerte, valiente, decidida, enamorada, querida, valorada... Cuántos adjetivos maravillosos que la hacían venerar ese momento de vida en comienzo. La antigua ella se dormía y se despertaba la mujer que era y que sería para toda esa nueva vida. La soledad ya no existía, sólo existía él en venerada sintonía...
Ay el amor, qué grande era aquella  medicina...

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