jueves, 14 de abril de 2016



Saliendo a la mañana, se dio cuenta de que su ayer, volaba entre brumas nebulosas de recuerdos por olvidar y conservar... La balanza saldría positiva cuando el equilibrio entre lo olvidado y conservado, se posicionaran en una única línea...
La vida sólo pasaba una vez, sólo se sentía en ese minúsculo grano de arena rodado por el reloj del tiempo.
El vértigo de la caída debías asumirlo tú, una importante lección de vida. Aquella era la lucha, sin duda. Sentir la vida mientras te sentías tú con ella.

La mañana era cálida de comienzo de flores voladas en primavera y, así se sentía ella. Renaciendo sobre pétalos de rosas blancas e inocentes. Nunca el miedo a las espinas la bloquearían de nuevo. Era una promesa fehaciente, nunca el rojo de la sangre la atraparía en miseria propia de escape emocional. Miraría la gota y  la diluiría con su saliva de curación. Ya no dolía.
Aquel pensamiento la hizo sonreír, la encantaba su nueva visión de la vida. No dejaría en manos de nadie su propio destino, aunque sí daría oportunidades para que se desarrollaran los mismos. El equipo logístico era muy importante para poder avanzar en una vida de problemas continuos. Ella debía aprender a delegar responsabilidades y obligaciones y, a asumir, derechos y privilegios. Aprender a no sentirse mal por ello. Al fin y, al cabo , lo había luchado con uñas y dientes. Se lo había ganado. Su propia metamorfosis la había liberado de su propia cárcel impuesta. Las arrugas de su ceño, así se lo recordaban.

Pensar mientras hibernaba su frustración, había dado sus frutos. Sus nuevas alas de libertad, estaban listas para empezar, de verdad, su paso por el mundo. Aquel pensamiento, la daba mucha libertad. La ayudaba a saltar entre sueños de objetivos por cumplir, por realizar, por disfrutar... el miedo se había dormido, se había despertado la voluntad, la actitud, la sonrisa de la primavera de su vida.
Había cerrado el último capítulo de libros de terrores en blancos y grises . Mirando hacia atrás , se dio cuenta de que el camino siempre estuvo iluminado por diminutas motas de luminiscencia interior, aunque el  túnel que   había sido su vida en los últimos años, había  desvirtuado su propia realidad. Caminar por la oscuridad tenía su propia recompensa, se había habituado a la noche del alma y, sus ojos la guiaban acostumbrados ya a esa neblina... todo llega, hasta lo que no queremos que llegue y, ella, se sentía saliendo del túnel de emociones hacia la mañana limpia y sin temores...



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